Viajamos hasta la pequeña localidad de Genazzano, en el centro de Italia, para bucear en su historia y en el amor y devoción a la Madre del Buen Consejo que con tanto mimo los agustinos custodian desde hace siglos.
Según cuentan los escritos, durante la fiesta de la virgen del Buen Consejo se escuchó del cielo una música angelical. Un rayo de luz bajó hasta la pared del fondo de la capilla inconclusa y las campanas repicaron. En seguida, todos los campanarios sonaron al unísono de las campanas de Genazzano. La nube se disipó poco a poco, descubriendo la pintura que representa a la Virgen del Buen Consejo con su Hijo en brazos. La noticia de la aparición llegó hasta Roma, y el papa Paulo II consideró que debían investigar y estudiar dichos sucesos. Ese mismo año se estableció dicha comisión.
El P. Ludovico Maria Centra, uno de los agustinos que forman parte de esta hermosa comunidad, nos habla sobre los ecos que la Virgen María deja a su paso.
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