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Mensaje institucional de la Orden de San Agustín ante la muerte del Santo Padre Francisco: "Conservamos el precioso tesoro de su Magisterio"

Mensaje de condolencia de la Orden de San Agustín ante el fallecimiento del Papa Francisco. Desde la Secretaría de la Curia General, se pide en todas las comunidades de la Orden que se rece por su eterno descanso en la celebración de la Eucaristía y en la Liturgia de las Horas, según las indicaciones de las Conferencias Episcopales.


Mientras resuena el anuncio de la Pascua y de la victoria de Cristo sobre la muerte, después de haber impartido la bendición a la Iglesia y al mundo entero, el Papa Francisco ha entrado "en el día que no conoce ni amanecer ni atardecer". 


Profundamente conmovidos, elevamos expresiones de dolor y de fe al Señor y nos unimos a todo el Pueblo de Dios en la oración al Padre, fuente de vida eterna, para que conceda a nuestro amado Pastor la luz gloriosa del Cristo resucitado. 


Conservamos el precioso tesoro de su Magisterio, sus atenciones y delicados gestos, y sus auténticas y valiosas palabras de ánimo, que no podremos olvidar nunca. 


Conservamos en el corazón la exhortación especial dirigida a la Orden de mantener con vigor en nuestra vida la inquietud de la búsqueda espiritual, del encuentro con Dios y la inquietud del amor suscitadas por nuestro Padre san Agustín. 



Reconozcamos y tomemos como modelo su singular devoción a santa Mónica, heredada de su madre, que le movía a visitar la tumba en nuestra Basílica romana y a invocar y encomendar a su protección a las familias y su ministerio al servicio del bien, del amor y de la paz. 


A ella, a nuestro Padre san Agustín, a la Virgen María, pedimos que intercedan por el Papa Francisco, mientras, animados por profundos sentimientos de gratitud y de afecto, le acompañamos en la oración, a las puertas de la comunión de los santos. 


Para todos nosotros, hermanos y hermanas de la Orden de San Agustín, invocamos al Señor el don de su misma pasión por la vida, por la confianza en la Gracia y la Misericordia de Dios y por el anuncio profético del Evangelio. 


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