El padre Alejandro Moral Antón se ha dirigido a toda la familia agustina para desearles unas felices navidades y compartir con todos nosotros cómo en este contexto de “guerra, de situaciones políticas inhumanas y de represión”, “el amor” es capaz de “cambiarlo todo” o “mejor dicho, el amor nos lleva a afrontarlo todo de diferente manera”. “La esperanza que nace del amor nos ayuda a ver como gracia aquello que anteriormente no tenía sentido”. Lee a continuación el mensaje completo
Queridos hermanos, hermanas y laicos agustinos:
Durante el tiempo de Adviento hemos invocado repetidamente: ¡Ven, Señor Jesús! Es un profundo deseo que, a medida que se ha ido acercando el día 24 de diciembre, ha ido, también, creciendo en nuestro corazón.
Pocas veces había visto este anhelo por la venida del Mesías; expresándose con tanta fuerza entre los creyentes de las distintas partes del mundo. Pienso que quizá en parte se deba al desencanto que nos han provocado las guerras, a que ha aumentado el abismo entre pobres y ricos, al grupo creciente de migrantes y refugiados debido a situaciones políticas inhumanas y de represión... Hemos desperdiciado una vez más la esperanza en proyectos humanos, siempre demasiado egoístas, en vez de depositarla en el único que no defrauda y cuya Palabra no pasa jamás.
Ante esta oscuridad, la venida del Señor se presenta como una verdadera estrella de luz y una nota de esperanza. Ante ella el corazón abre sus puertas para recibir al Hijo de Dios y llenarse de su amor. Se desborda la alegría y vivimos este tiempo como un verdadero don. Como salvación.
Hoy, como hace 2000 años, necesitamos tener la actitud que llevó a los pastores a escuchar la voz y el canto de los ángeles. El silencio es la actitud que nos va a ayudar a recibir un mensaje del que estamos sedientos. Tenemos sed de fraternidad. Sed de amor. Sed de Dios. Necesitamos oír la palabra Paz. Vivamos el silencio y la humildad en la que llega el Niño.
“Os invito esta Navidad a ser personas de Paz”
Acerquémonos a Él con sencillez. Con un corazón abierto. Necesitamos sanar nuestros corazones con el amor de Dios que nos transmite y regala su Hijo. La experiencia del amor gratuito nos renueva, nos hace más nosotros mismos, nos ayuda en la relación con los demás. Estamos hambrientos de buenas noticias y ésta es la mejor de todas porque en la Encarnación descubrimos que Dios es Amor.
El encuentro con Él nos va a llevar a renovar nuestra esperanza. A ver nuestra propia vida, a los otros y el mundo de una manera nueva. Vivamos con profundidad y agradecimiento este momento, este encuentro. Dios se abaja, se hace hombre. Uno más como nosotros. A nosotros nos eleva. Asume nuestra naturaleza humana para llevarnos a Dios. Nos libra de todos los males. Con Él la oscuridad desaparece, se vuelve luz. Ahora sí vemos el camino. Ya podemos avanzar sin miedo a caer. Ya no somos ciegos porque Él es la luz.
El amor lo cambia todo: las enfermedades, la pobreza, los egoísmos y tristezas, los dolores... mejor dicho, el amor nos lleva a afrontarlo todo de diferente manera. La esperanza que nace del amor nos ayuda a ver como gracia aquello que anteriormente no tenía sentido.
Con la venida de este Niño, los ángeles anuncian la Paz: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. La Paz es el don más deseado pero que se nos escapa tan fácilmente porque la soberbia no nos permite que vivamos en diálogo y fraternidad, en comunión y movidos por los sentimientos más humanos y profundos de nuestro ser. Os invito esta Navidad a ser constructores de Paz. Trabajemos por la Paz; por la interior; por ser personas de Paz; por la Paz entre todos los hombres.
Que el Amor de Dios nos ayude a todos a vivir como auténticos hermanos. En Paz. Construyendo la Fraternidad y la Casa Común que el Creador nos ha dado.
¡Feliz Navidad a todos, queridos hermanos, hermanas y laicos agustinos!
P. Alejandro Moral Antón
Prior General, OSA
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