«Como educadores agustinos, llevamos a nuestros alumnos hacia el encuentro con el Verdadero Maestro». La Universidad de San Agustín de Iloilo (USA), Filipinas, acogió el primer congreso internacional sobre educación celebrado en la región de Asia-Pacífico. Durante cinco días, más de dos centenares de participantes de varios continentes, académicos, directores, docentes y agentes de pastoral de centros educativos de la Orden en todo el mundo, reflexionaron acerca de los riesgos y oportunidades que supone la Inteligencia Artificial ante la tarea evangelizadora, educativa y pastoral
La Orden de San Agustín es una institución venerable que ha esparcido la semilla del evangelio en multitud de pueblos y naciones durante siglos. En 1521 arraigó en Filipinas, donde logró permanecer ininterrumpidamente durante 459 años. En la actualidad, la de Filipinas es una presencia sólida y prometedora en medio de una región, que llamamos de Asia-Pacífico, que es motivo de esperanza para la Iglesia.
Es por ello que, después de los congresos internacionales de educación celebrados en Roma (Italia), en el año 2005, en Lima (Perú), en el año 2012, y en Villanova (EE.UU.), en el año 2017, la Comisión Internacional de Apostolado y Evangelización, coordinada por el P. Javier Pérez Barba, asistente general, decidió volver su mirada hacia esta inmensa parte del mundo para terminar poniendo los ojos en “la isla de la abundancia” (Pan-ay: hay pan, en español) y la “ciudad del amor”.
La celebración del 120 aniversario de la Universidad de San Agustin de Iloilo brindaba una ocasión excepcional que la hacía acreedora del gran reto de acoger el que sería el primer Congreso Internacional Agustiniano de Educación y el segundo Congreso Internacional en absoluto que la Orden celebraría en la región de Asia-Pacífico.
El congreso, celebrado entre los días 22 y 26 de julio bajo el título AiVangelización: Aprendizaje, Evangelización y Nuevas Tecnologías, pretendió poner en marcha, dentro de nuestro ámbito educativo, una reflexión seria sobre la Inteligencia Artificial (IA) y su impacto en la educación y la evangelización, tratando de profundizar en las implicaciones teológicas, antropológicas y éticas de la más avanzada tecnología para el hombre de hoy, así como en su previsible alcance en el campo pedagógico y didáctico.
Arropados por el Prior General, el padre Alejandro Moral, quien presidió la Misa inaugural, y los asistentes generales del sur de Europa, Norteamérica y Asia-Pacífico, los padres Javier Pérez Barba, Joseph Farrell y Tony Banks, los más de doscientos asistentes al Congreso Internacional, procedentes de más de una veintena de circunscripciones de la Orden, pudieron ahondar durante estas jornadas en la naturaleza, diseño, desarrollo, aplicación práctica e impacto de estas nuevas tecnologías en nuestra vida ordinaria y especialmente en el medio ambiente educativo y pastoral.
“A la hora de estructurar el programa -explicaba el P. Javier- la Comisión, que para ello contó con el muy apreciable concurso de la Dra. Nenita Habulan y del P. Elías Neira OSA, obró con la intención de aportar una visión de conjunto, integradora de diversas perspectivas. Después de la panorámica general que habría de ofrecer la ponencia inaugural, el flujo del congreso, debía nacer -hasta donde lo podían permitir las exigencias de carácter práctico- del manantial de la naturaleza humana y el impacto que puede llegar a recibir de la IA, para adentrarse inmediatamente de este modo en el cauce de la antropología agustiniana, que abre la vía a las vertientes del acercamiento ético y la reflexión teológica, hasta pasar bajo el puente que conecta la tecnología con el buen saber hacer pedagógico, y alcanzar, por fin, el estuario en que la corriente original se ramifica en una multitud incontable de posibles aplicaciones didácticas”.
“Lo que ningún corazón artificial puede apreciar”
El congreso ha supuesto todo un desafío en su aspecto morfológico y de contenido. Desde su moderno (y experimental) sistema de traducción simultánea por Inteligencia Artificial conectando Filipinas con Portugal hasta su retransmisión vía streaming en multitud de plataformas. Todo ha servido para dar espacio, voz y oportunidad a los asistentes para ensanchar el horizonte de lo que se puede hacer conociendo nuestro entorno y sus circunstancias. “Creo que ha sido providencial que el congreso se haya llevado a cabo aquí, en IloIlo”, apuntaba el padre Javier. “Ustedes nos han dado una lección de humanidad que ninguna inteligencia artificial puede impartir y ningún corazón artificial puede apreciar”.
El P. Javier quiso señalar en este punto y de forma especial la labor que desempeñaron durante el Congreso y para la preparación del mismo el equipo de trabajo local de la Universidad de San Agustín de IloIlo y sus “numerosísimos” voluntarios, principalmente alumnos, exalumnos y personal que generosamente se volcó en mostrar la hospitalidad ilonga.
El congreso, tal y como nos relata el padre Javier Pérez Barba a la Oficina de Comunicación de la Curia, “fue mucho más que un encuentro académico o de formación. Fue ante todo un encuentro agustiniano y, para los que acudimos de fuera de Filipinas, una rica oportunidad de inmersión cultural. Nos ha asombrado el espectacular repertorio de talentos y el despliegue de habilidades que la gente de la Universidad tuvo la ocasión de mostrar durante las espectaculares veladas culturales. Destaco, por otro lado, el primoroso cuidado en la liturgia y la maestría de los coros. Nos deslumbraron a todos por la alta calidad artística de sus cantos polifónicos. En la Misa de clausura, la unión de dos de ellos nos convidó a una especie de adelanto sensible de la liturgia del cielo. La interpretación del Aleluya de Haendel tras la bendición final fue algo verdaderamente apoteósico que quedará en la memoria de los asistentes”, asegura el responsable del Congreso de IA. “Estamos muy agradecidos por la acogida, la calidez y el cariño de los ilongos, su atención constante, su generosidad, su diligencia y su cuidado”, apunta el padre Javier. “El equipo local se ha volcado en la organización, preparando con mimo y creatividad hasta el más mínimo detalle”.
Tras agradecer su implicación a todos los participantes, a los numerosos hermanos agustinos presentes y en particular a la comunidad religiosa de la Universidad, el P. Javier quiso tener un reconocimiento especial hacia el presidente de la Universidad de San Agustín de Iloilo, el P. Arnel Dizon, al que fue hasta el pasado 1 de julio su rector, el P. Frederick Comendador, “paciente compañero de viaje”, a la Provincia de Cebú y su Prior Provincial, a los presidentes y miembros de los múltiples equipos de trabajo y a todos los voluntarios, “por el asombroso trabajo que han desarrollado, por su dedicación y saber hacer, por el espléndido despliegue de talento y entusiasmo”.
Por su parte, el padre Agustín Herrero de Miguel, como portavoz del nutrido grupo de profesores y sacerdotes que pudieron acudir al Congreso desde la lejana Provincia de San Juan de Sahagún, el asistir al Congreso Internacional ha sido una “oportunidad única de conocer la labor que lleva realizando un lugar agustiniano tan importante para la Orden”.
Profundamente satisfecho por el discurrir del congreso, el padre Agustín, director del Colegio de Los Olivos de Málaga, en España, ha asegurado que la “inmensa fortuna que disponemos al contar con muy buena gente, que posee una dimensión espiritual única, bellísima, y con una gran preparación y formación al servicio de la misión”.
Las escuelas católicas: el corazón de la “nueva evangelización”
En palabras del padre Javier Pérez Barba, máximo responsable de la organización y desarrollo del Congreso, «la llamada Inteligencia Artificial» cuenta con una cada vez mayor presencia social en los «medios de comunicación, la publicidad, las herramientas informáticas», lo cual «suscita a la vez admiración y temor, fervoroso entusiasmo y contenidas precauciones». Por este motivo -señala- la IA va a acarrear (ya lo está haciendo) agudas implicaciones en campos tan relevantes como «la antropología, la filosofía, la ética, la técnica, las relaciones humanas, el trabajo o la economía». Por su parte, el padre Andrew P. Batayola (OSA), Prior Provincial de la Provincia del Santo Niño de Cebú (Filipinas), escribía en el programa de mano del Congreso cómo «la ética, la gestión educativa, la pedagogía, la didáctica y la evangelización digital» suponen «una gran oportunidad para examinar la interacción entre la educación y la espiritualidad».
El padre Frederick Comendador, presidente de la USA de IloIlo hasta menos de un mes antes de la celebración del Congreso, recuerda aquellas jornadas como “una oportunidad única para reunirse y conocer a colegas educadores de todo el mundo y experimentar la camaradería agustiniana a nivel internacional”. “La verdad es que fue una alegría y un honor tener la oportunidad de ofrecer nuestra hospitalidad filipina a nuestros estimados invitados”.
«La revolución antropológica: Retos y oportunidades de la IA»
Esta ponencia, a cargo del padre y profesor universitario Elías Neira Arellano OSA, coordinador de Educación de la Organización de Agustinos de Latinoamérica, fue profunda disertación sobre los dilemas éticos del transhumanismo, el riesgo del aislamiento, el impacto en el mundo laboral o la ansiedad que generan las nuevas tecnologías. Ahondó en cómo las grandes corporaciones e instituciones ya las implementan en su día a día. «Netflix informó de que su sistema de recomendaciones personalizadas basado en IA le ahorraba 1.000 millones de dólares al año», anota Neira. Otros asuntos relevantes que se trataron durante esta ponencia hacen referencia a los peligros contra la privacidad y al sesgo ideológico con que están programadas estas herramientas. «Un estudio de IBM reveló que el 74% de las organizaciones que ya usan IA no han tomado ninguna medida para reducir los sesgos involuntarios en sus sistemas y el 60% aún no ha desarrollado políticas sobre el uso ético de la IA», aseguraba.
Tras las aportaciones de los profesores Daniel Gonzales, vicepresidente de Asuntos Académicos en el Instituto Técnico Don Bosco en Tarlac, Filipinas, y Jasper Vincent Alontaga, profesor asociado en la Universidad de La Salle de Manila, sobre la ética, la autenticidad y la conexión emocional para humanizar las capacidades de la IA, hubo ocasión de escuchar al sacerdote italiano Alessandro Picchiarelli, investigador en Inteligencia Artificial e ingeniero informático, quien lleva años centrado en el uso de la Inteligencia Artificial en el campo pastoral y religioso. «Los artefactos tecnológicos aparecen como productos culturales de un proceso hermenéutico de comprensión del mundo, de la propia naturaleza y de la forma en que el hombre se adapta al contexto en el que vive moldeándolo y permitiendo ser moldeado por él», advertía. Y explicaba a continuación: «la tecnología nunca está separada del hombre, quien ejerce su deber como custodio de la Creación también a través del desarrollo y progreso de la ciencia y la tecnología». Según Picchiarelli, el «nuevo humanismo tecnológico» tiene que aspirar a generar «relaciones más profundas y significativas». En todo caso, llamaba a un manejo experto, responsable y cabal de estas tecnologías, que no sólo permiten —como ya fue el caso de la radio y la televisión— acrecentar las posibilidades de evangelización, sino que, en tanto que herramientas, implican la obligación de saber usarlas, porque son como talentos y oportunidades que se nos ofrecen.
Pedagogía agustiniana, formación clásica e Inteligencia Artificial
El padre Mauricio Saavedra OSA, Vicerrector Académico de la agustiniana Fundación Universitaria Unicervanes de Colombia, quiso ahondar en cómo la adopción de una correcta perspectiva antropológica y teológica puede sumar al ámbito tecnológico de forma esencial. En referencia a su universidad, dice: «estamos desarrollando una nueva Facultad de Ingeniería con programas de pregrado en sistemas de software, análisis de datos e inteligencia artificial». «Como institución católica, nos distinguimos por nuestra educación humanista clásica basada en los principios de la pedagogía agustiniana. El ser humano es imagen y semejanza de Dios, no somos simplemente homo faber y nosotros, como agustinos, somos “jardineros” de un ecosistema académico en el que lo mejor de cada ser humano que pasa por nuestros centros y nuestra forma de concebir el educar puede dar frutos». Por eso, «en todas las experiencias educativas iluminadas por el pensamiento de San Agustín, debemos esforzarnos por crear un entorno educativo vibrante donde se cultiven la sabiduría, las virtudes y el orden».
En opinión de Saavedra, el reto actual estriba en «integrar estos principios humanísticos clásicos con la realidad y los desafíos de la inteligencia artificial». El primer paso consiste en diferenciar la naturaleza y entidad de cada tipo de inteligencia, la humana y la artificial, cuyas respectivas características esenciales y orígenes son bien distintos. «La inteligencia humana, creada a imagen de Dios, busca la Verdad, la Bondad y la Belleza de manera trascendente», concreta Saavedra. Por el contrario, «las inteligencias artificiales son útiles según las órdenes que reciben, pero no comprenden problemas ni tienen propósito». En este sentido, conviene no perder de vista que «el ser humano tiene propósito, la capacidad de amar, y posee, según explicaba san Agustín, un alma con tres potencias: memoria, inteligencia y voluntad (esto como imagen y huella de la Santísima Trinidad por quien fuimos creados)». Visto así, la IA está imposibilitada para «reemplazar la necesidad de una inteligencia humana bien desarrollada, manifestada en el profundo dominio del conocimiento y una educación activa llena de reflexión, conciencia y creatividad».
La ponencia de Saavedra insistió en señalar estas divergencias. «A pesar del avance de la IA, sigue siendo necesaria una interacción humana significativa en muchos campos; las habilidades humanísticas o blandas, como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo, el liderazgo, la empatía, la adaptabilidad, el pensamiento crítico, la gestión del tiempo, la resolución de problemas, la creatividad, la ética, el profesionalismo, la gestión del estrés y la negociación, son fundamentales y no pueden ser reemplazadas por la IA», enumera punto por punto. En consecuencia, uno de los riesgos que han de tenerse en cuenta es la «deshumanización del aprendizaje» que puede provocar un mal uso de la IA. «La excesiva dependencia de la IA podría reducir el contacto humano esencial para el desarrollo moral y espiritual de los estudiantes», anota Saavedra. Otro peligro es la tentación de convertir la enseñanza en algo superficial. Por otro lado, «también existen falsas alarmas», como «la idea de que la IA reemplazará completamente a los maestros», pues se trata de una «preocupación infundada, ya que la IA está destinada a ser una herramienta complementaria que ayuda a los maestros en su labor educativa».
En otro momento de su conferencia, Mauricio Saavedra dice: «La IA puede erosionar habilidades únicas debido a su capacidad para traducir y generar contenido, lo que puede llevar a la pérdida de importantes matices culturales y lingüísticos». Por eso entiende que la educación debe mantener y reforzar materias como la gramática, la lógica y la retórica. Asimismo, «la IA, aunque puede simular emociones y comportamientos humanos, no experimenta sentimientos genuinos ni posee su propia voluntad», afirma Saavedra. Lo cual le parece «preocupante en el contexto educativo católico, donde las relaciones humanas auténticas y el desarrollo de la empatía y la compasión son fundamentales». En su opinión, es importante centrar la educación en la reflexión interior y la reflexión crítica, la relación entre maestro, alumno y comunidad, la caridad y el servicio comunitario, la dimensión trascendental y la integración de fe y razón: «Debemos formar a nuestros estudiantes para que no solo sean usuarios competentes de la tecnología, sino también críticos, reflexivos y éticos».
Otro de los recursos utilizados fue la proyección de una video-lección del profesor Mike Wooldridge, del Royal Institute (Reino Unido), en el que explicaba el desarrollo histórico de la IA, su naturaleza y características. Una de las especialistas en pedagogía y didáctica que compartió sus conocimientos en este congreso fue Nenita V. Habulan, vinculada a la Universidad de San Agustín desde su época de estudiante. Habulan ha formado a miles de docentes en Filipinas, es doctora en Educación en la especialidad de Liderazgo y Gestión Educativa en la Universidad de La Salle, y un referente en lo que respecta a la transformación del panorama educativo y la integración de tecnología, pedagogía y gestión escolar. También de la Universidad de La Salle (Manila), el doctor Miguel Q. Rapatan, ganador de una beca Fulbright de la Universidad de Stanford y doctorado en el Teachers’ College de la Universidad de Columbia (Nueva York), participó en este congreso departiendo sobre «cómo las herramientas de inteligencia artificial pueden ayudar a los educadores a brindar apoyo personalizado».
Hacia el encuentro con el “Verdadero Maestro”
Durante la Eucaristía de clausura, el padre Andrew Batayola señaló cómo «nuestro “trabajo” después de oír y escuchar lo que ha acontecido durante estas largas jornadas de reflexión compartida es dar una respuesta adecuada a la acción de Dios. Él planta la semilla, pero, como vemos en el Evangelio, cuán bien crezca esa semilla dependerá de la condición del suelo en el que caiga». Para que los frutos del congreso sean buenos y abundantes y puedan germinar en las distintas circunscripciones donde los agustinos tienen presencia en sus centros escolares, el Prior Provincial del Santo Niño de Cebú propone una meta ambiciosa: «Como educadores agustinianos, llevaremos a nuestros alumnos hacia el encuentro con el Verdadero Maestro. Las escuelas católicas están en el corazón de la nueva evangelización. Las escuelas católicas no solo pueden, sino que deben ser un vehículo principal para el aprendizaje y la evangelización. Son instrumentos de gracia, lugares sagrados donde el Evangelio cobra vida a diario y donde los niños y las familias encuentran la fe».
En el discurso de cierre del Congreso, el padre Javier Pérez Barba respondió a la acuciante pregunta que queda tras una experiencia de este calado: ¿ahora qué?. “Nos enfrentamos ahora a la tarea de bucear en las profundidades, tarea que no podemos acometer en un congreso de pocos días y que debemos, por tanto, abordar en la realidad concreta de cada una de nuestras instituciones y en el rico y complejo fondo marino de nuestra particular cotidianidad educativa y evangelizadora. Sería una doble alegría poder seguir compartiendo nuestros descubrimientos”.
“Espero que el trabajo de estas jornadas -continuaba el padre Javier- haya sido útil para ayudarnos a tomar conciencia de la extraordinaria magnitud, del reto, que supone el imparable avance de la IA; que haya despertado el interés y la motivación para seguir explorando sus múltiples aspectos e implicaciones; y que nos haya dotado, al menos, de algunas ideas y recursos que nos permitan emprender, con expectativas de éxito, el necesario discernimiento de lo que es verdaderamente acorde con la naturaleza humana, las exigencias de la ética y la moral cristianas, y su fuente agustiniana; (el necesario discernimiento) de los peligros reales y las falsas alarmas, así como de sus posibilidades y limitaciones”.
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