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El Prior General a la Orden de San Agustín tras el fallecimiento del Papa Francisco: “Nunca podré agradecer suficientemente su apoyo, sus consejos, su cercanía, su paternidad, su cariño y simpatía”

Tras el fallecimiento del Santo Padre, el Papa Francisco, el Prior General de la Orden de San Agustín, el padre Alejandro Moral Antón, insta a la Orden de San Agustín a rezar por su eterno descanso en un emotivo y sentido mensaje de quien lo conoció de cerca. “Nunca podré agradecer suficientemente su apoyo, sus consejos, su cercanía, su paternidad, su cariño y simpatía”.



Esta mañana hacia las 7,30 ha fallecido el Papa Francisco. Cuando uno escribe con el sentimiento profundo de la pérdida (a nivel físico) de una persona querida, corre el riesgo de no ser objetivo, pero también es verdad que lo que “pasa por el corazón”, como normalmente decimos, puede enriquecer un relato.


El Papa ha fallecido en este día de la Octava de Pascua en el que los creyentes sólo podemos pensar en la Resurrección de nuestro Señor y en la esperanza que nos da este hecho. Y confiamos en que, por la infinita misericordia de Dios, nuestro querido Papa Francisco, ya fallecido, ahora podrá descansar junto al Amor perpetuo, a quien entregó toda su vida, por toda la eternidad.


Hoy deseo darle las gracias a Dios por habernos dado a este Papa, un auténtico don para nuestra Iglesia y para tantas personas no creyentes de nuestro tiempo. Me atrevo a afirmar, sin temor, que todos los Papas de las últimas décadas han sido excepcionales, cada uno sirviendo a su manera, como es normal y lógico. 


Y éste también lo ha sido.


“A nuestra Orden la quería y estimaba”


Conocí al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, en 1999. Me causó una impresión muy buena. En esa reunión con varios hermanos agustinos, tuvimos ocasión de saludarle y dialogar con él sobre diferentes temas que nos “preocupaban”. Me impresionó su claridad mental y la seguridad de que siempre quiso ayudarnos.

Tuve ocasión de saludarlo de nuevo en la misa de apertura del Capítulo General de la Orden en 2013, en nuestra Iglesia de San Agustín de Roma. Fue un gesto de cercanía hacia la Orden que viniera a presidir esta Eucaristía de apertura de nuestras reuniones capitulares. En este Capítulo, los hermanos tuvieron a bien encomendarme el servicio como Prior General de la Orden. Y aprovecho para decir que la persona que más me ha ayudado en esta misión, en este ejercicio como “padre” y servidor de los hermanos, ha sido el Papa Francisco. Nunca podré agradecer suficientemente su apoyo, sus consejos, su cercanía, su paternidad, su cariño y simpatía.


Tuve la oportunidad de encontrarme con él en numerosas ocasiones y siempre me embargó la sensación de estar con un “padre”. Se lo dije a él en alguna ocasión. Además de ayudarme con su gran sabiduría, me transmitía el sentimiento de ser querido. Y siempre me dio una enorme confianza. A veces me pidió algunos servicios: dialogar con algún Nuncio, participación en algún evento importante presidido por él, la aceptación de temas relacionados con la Orden. 


En este sentido, recuerdo una anécdota cuando quiso nombrar al actual Obispo de la Prelatura de Cafayate, monseñor Darío Quintana, OAR. Hasta ese momento, el Obispo de la prelatura siempre había sido de la Orden de San Agustín, pero las circunstancias, después de un tiempo de servicio como administrador apostólico del P. Pablo Hernando Moreno, OSA, exigieron la propuesta que el Santo Padre me hizo en aquella audiencia. Me preguntó si “podíamos nombrar a un miembro de la ‘competencia’ (se refería a un hermano Agustino Recoleto), obispo de la prelatura”. Lógicamente dije que lo importante era que fuese un “buen obispo” y que no importaba la procedencia... Me pidió que escribiese inmediatamente al Nuncio para que fuera dando los pasos convenientes para este nombramiento.


El Papa Francisco tenía una memoria muy buena. A veces me sorprendía con preguntas sobre temas de la Orden que no pensaba que pudiese ni conocer ni mucho menos recordar con tanto detalle. Era inteligente y sus consejos fueron de una enorme ayuda. Siempre sabio, siempre “padre”, siempre cercano a la Orden, siempre deseando servir.

Fue de una austeridad enorme y de una generosidad increíble. Nunca tuvo vacaciones. Se levantaba muy temprano y trataba de recibir a todos aquellos que se lo pedían y podía. Nunca pensó en él mismo, sino en los demás.


A nuestra Orden de San Agustín la quería y estimaba. Él había contado con un hermano agustino (P. Isidoro Pérez Barrios, ya fallecido), durante muchos años de servicio a su lado (16 años) y lo apreciaba y quería. De hecho, cuando el P. Isidoro enfermó del cáncer del que falleció, durante su enfermedad le llamó en varias ocasiones, siendo ya Papa, para animarlo.


Durante su tiempo de gobierno consideró conveniente contar con la Orden para el nombramiento de Obispos y, de hecho, eligió un número importante de hermanos (15 en concreto) para este ministerio tan importante en la Iglesia.


Algunos de estos hermanos recibieron tareas y “misiones” importantes. Recuerdo solamente a mi predecesor como General de la Orden, el Cardenal Robert Francis Prevost, a quien nombró primero Obispo de Chiclayo (Perú) y posteriormente le encomendó la misión de ser el Prefecto del Dicasterio para los Obispos, y lo creó cardenal. Una responsabilidad muy grande. Pero son varios más los hermanos que han recibido la misión de llevar a cabo importantes tareas.


Tengo que agradecer obligatoriamente la cercanía, confianza, fraternidad y paternidad del Papa Francisco, recién fallecido, hacia mi persona y hacia nuestra Orden.


Pido a todos los miembros de la Orden que recemos por él, por su eterno descanso, para que goce ya junto a Jesús Resucitado y a tantos hermanos de la felicidad eterna.


Descanse en paz, querido Santo Padre. 


P. Alejandro Moral Antón - Prior General de la Orden de San Agustín 




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