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El padre Alexander Lam OSA tras su visita de renovación al Vicariato de Apurímac: "Los agustinos estuvieron junto al pueblo en medio del sufrimiento y la violencia"

Foto del escritor: Alexander LamAlexander Lam

Durante el mes de diciembre, el asistente general para América Latina, el padre Alexander Lam OSA, estuvo de visita de renovación en el vicariato apostólico de San Agustín de Apurímac, Perú. 


Distancias kilométricas, carreteras de un solo carril y parajes de una belleza exuberante componen el paisaje donde los agustinos trabajan para llevar el Evangelio a pesar de todas las dificultades que se encuentran en su día a día.


Dependiente de la Provincia de Italia, los agustinos de este vicariato en Perú perseveran en el cumplimiento de su misión  en medio de las dificultades y la precariedad. “Tenemos cuatro casas en las cuales están distribuidos ocho hermanos. Algunos de nuestros hermanos llevan solos la misión de alguna casa”, nos cuenta el padre Lam desde Roma.


La presencia agustina en los territorios azotados por el terrorismo y la escasez


A mitad de los años 60 del siglo pasado, el obispo peruano de Abancay, monseñor Alcides Mendoza Castro, pidió a la Orden de San Agustín establecer una misión en el departamento de Apurímac. Tras conocer la realidad de las tres provincias altas del Departamento (Antabamba, Grau y Cotabambas), monseñor Mendoza, quien se encontraba en Roma con ocasión del Concilio Vaticano II, trasladó su informe y petición al Prior General de los agustinos, el padre Agostino Trapè OSA, quien tras una visita preparatoria determinó el primer envío de un grupo de misioneros a la nueva prelatura de Chuquibambilla, erigida pocos meses antes por Pablo VI. Inicialmente los religiosos a cargo de este nuevo proyecto pastoral fueron su administrador apostólico, el padre Lorenzo Miccheli OSA y el vicario general, el padre Ettore Salimbeni OSA, que tras establecerse en Chuquibambilla, fundaron poco después nuevas parroquias en Cotabambas y Antabamba. 


Tras un importante crecimiento y asentamiento de la misión por el territorio de la prelatura durante los primeros 12 años de vida del vicariato, todo cambió cuando irrumpió la  violencia  terrorista a comienzos de la década de los años 80. Uno de los principales grupos terroristas del país sembró el caos en la sierra sur del Perú con sus escaramuzas y prácticas guerrilleras. Los agustinos, durante todo este tiempo, tal y como nos cuenta el asistente general, tuvieron un papel capital en estas zonas ya de por sí aisladas y deprimidas económica y educativamente, “acompañando al pueblo en mitad de su sufrimiento y del despotismo de los que ejercían la violencia”. 




El Vicariato hoy


A día de hoy la casa principal del vicariato se encuentra en Cuzco, donde los agustinos cuentan con una parroquia y el colegio policlínico  “Lucia Vannucci Maiani”, obra de la Asociación Apurimac ONLUS, quienes se ocupan de prestar asistencia sanitaria a los pobres de la prelatura de Chuquibambilla y de la periferia del Cuzco. Por otro lado, en el interior, se disponen de varias casas en Tambobamba y Chuquibambilla, además de contar en Cotabambas con un asilo para ancianos. 

“Nuestros frailes del Perú, por lo que he podido hablar con ellos, están buscando reorganizarse para poder atender a todos los fieles y evitar que vivan “sin una comunidad de referencia”. Solamente en la sierra, los sacerdotes agustinos atienden entre 30 y 40 comunidades, con todo lo que implica en el aspecto logístico y de atención.  “Contamos con un nuevo profeso de votos simples pero siguen siendo pocos para toda la tarea que hay que hacer”.  “Hay que reconocer a este vicariato, joven en su actual promedio de edad, y a sus frailes el esfuerzo que están haciendo”. 




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