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Writer's pictureAlexander Lam

Custodios de la intimidad familiar: el Vicariato de Antillas promueve una importante obra social para luchar por una vivienda digna en República Dominicana

Durante el mes de noviembre, el asistente general para América Latina, el padre Alexander Lam, hizo la visita de renovación al Vicariato de las Antillas. 


Seis casas, unos 26 frailes, 11 parroquias y dos colegios distribuidos entre República Dominicana, Puerto Rico y Texas. 


“Es muy bonito e impresionante el trabajo que el Vicariato está llevando a cabo. Están, además, tratando de responder a las disposiciones que se están dando desde la Orden  para fomentar la vida comunitaria, aunque sigue quedando camino por recorrer en este aspecto”, nos cuenta el padre Lam a su vuelta a Roma. 


“Nuestros frailes tienen un trabajo pastoral muy abundante y esto siempre supone una fatiga añadida. Pero con todo, creo que el trabajo que se está llevando a cabo en el Vicariato es impresionante”. 


Uniendo océanos, construyendo hogares


La Parroquia de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, en la ciudad de La Vega, en República Dominicana, se ha convertido desde hace años en un puente entre el legado de la obra misionera de los frailes españoles que aún están allí y los agustinos de este joven vicariato. Gracias a una iniciativa de coparticipación entre la parroquia y el apoyo de la Provincia de San Juan de Sahagún se están sacando adelante nuevos hogares para familias sin medios. 


“El objetivo de esta iniciativa, Copadesa, es fomentar la intimidad y dignidad en el seno familiar” ante problemas como el hacinamiento que sufren muchas comunidades empobrecidas en las islas. Este proyecto está apoyando además a los estudiantes con el patronazgo de útiles para que puedan afrontar el día a día en la escuela. El padre Victor Fernández, ecónomo de la Provincia de San Juan de Sahagún, ha ido con frecuencia allí, tal y como nos narra el padre Alexander Lam, “para fomentar y acompañar todo el trabajo que se está haciendo”. 


Retos en el Caribe y Texas


“Es un vicariato joven en cuanto a edad y reducido en número, sí, pero que tiene muchas posibilidades”, nos apunta el padre Lam. 


La centralización económica para una mejor distribución de los recursos disponibles, la gestión y eficiencia en las obras apostólicas, el cuidado de la pastoral vocacional, la atención a nuestros padres más mayores y el acompañamiento “a los religiosos para que no estén tan difuminados cada uno en su parroquia”, son algunos de los principales retos a los que la Orden se enfrenta a diario en el Vicariato de las Antillas. 


El Vicariato está asentado en territorios que viven circunstancias socioeconómicas muy dispares entre sí como son la realidad que vive Texas, el contexto de Puerto Rico, que ha sufrido un brusco descenso de la natalidad en los últimos años o las tensiones permanentes entre las fronteras de Haití y República Dominicana. En este aspecto, el padre Lam nos indica que si bien “hay disposición por parte de los frailes de hacer un camino de cercanía y aproximación, sigue siendo un tema pendiente”. 





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