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Conventos agustinos con ocho siglos de historia: nos adentramos en la Provincia de Holanda


Nuestros frailes en Holanda nos cuentan parte de su historia y recorrido en un país donde la persecución a los católicos marcó el comienzo de nuestras misiones


Del 21 al 23 de abril, el Prior General, el padre Alejandro Moral, junto al Ecónomo General, el P. Franz Klein, visitaron a los hermanos de la Provincia de Holanda.


“Fue un encuentro muy bonito”, aseguraba el padre Moral a la oficina de comunicación de la Curia General. “Además de los diálogos personales que tuvimos el P. Franz y un servidor con el Padre Provincial, el P. Pierre, y con el P. Paul, el día 22 de abril nos juntamos en la residencia de la comunidad de Eindhoven con todos los miembros de la Provincia”, que son 11. En realidad son 12 pero el P. Hans se encuentra en La Paz, en el Vicariato de Bolivia”, nos relataba el Prior General sobre los frutos de esta breve visita.

“Lo cierto es que vivimos unos momentos muy especiales con un ambiente estupendo; de verdadera fraternidad y comunión. Toda la mañana, a partir de las 10,30, estuvo dedicada al diálogo entre todos los hermanos. Vinieron religiosos de Utrecht y de Nijmegen”, hecho que el Prior General quiso poner en valor teniendo en cuenta que la mayor parte de los hermanos tienen una edad avanzada, a excepción del Hermano Gerben, de la Provincia de Bélgica, que está concluyendo su formación allí.


El Prior General y el P. Franz tuvieron la oportunidad de encontrarse el día 23 con los hermanos dedicados al área económica de la provincia antes de dirigirse al aeropuerto de Amsterdam para embarcarse de vuelta a Roma. 

Breve historia de los agustinos en Países Bajos


La primera instalación de agustinos en el sur de los Países Bajos fue en 1237, en una ermita de Hasselt, Bélgica, antes de la Magna Unión. Se trata de una fundación de nuestros frailes en los albores fundacionales de la Orden, donde por aquel entonces, en toda aquella región, tuvimos un más que notable protagonismo. 


El convento de Lovaina en 1237, Malinas en 1242, Brujas 1250, Dordrecht en 1275 o Middelburg en 1292, dan cuenta de la fuerte presencia de la Orden de San Agustín en aquellas tierras.


La actual comunidad de Utrecht sostiene el legado de aquellas primeras fundaciones. 


Su primera comunidad se conformó en 1636 en lo que hoy conocemos como el casco antiguo de Utrecht. Ciudad universitaria, con varias facultades de teología, nuestros misioneros agustinos tuvieron desde el  principio importantes dificultades para el desarrollo de su trabajo pastoral dadas las leyes anticatólicas que prohibían en aquel entonces la Misa pública, lo cual les obligaba a tener que celebrar el sacramento en secreto en las casas de los fieles. 


Tras la invasión francesa de los Países Bajos en 1795, por fin se permitió a los católicos construir sus propias iglesias. Los agustinos mandaron edificar un nuevo templo en 1840 en el canal central de la ciudad, el Oude Gracht. La iglesia de Sint Augustinuskerk, encajonada entre las casas y el interior, todavía conserva la belleza de su estilo neobarroco, algo bastante raro en los Países Bajos. Fue a finales del XIX cuando la casa parroquial de San Agustín pudo convertirse en un verdadero convento y contribuir así al gran crecimiento de la provincia holandesa de los agustinos.


Durante el periodo comprendido entre 2016 y 2023 el templo tuvo que cerrar dado al deterioro de su estructura y conjunto artístico. Tras siete años de restauración, en diciembre del año pasado, volvió a abrir sus puertas a los fieles, delegando su gestión a un sacerdote diocesano. 


Ese mismo año, el fallecimiento de uno de nuestros hermanos amenazó con poner fin a la presencia agustiniana en el convento aledaño al templo. Sin embargo, tal y como nos cuentan desde Holanda, se han podido encontrar nuevos residentes para el convento. Viven ahora allí tres agustinos que, con su presencia y la ayuda de tres Hermanas Agustinas de Santa Mónica, tratan de acercar de nuevo la espiritualidad de Agustín a los feligreses, estudiantes y grupos de laicos. Su presencia hace de la restaurada iglesia de San Agustín un lugar donde encontrarse con Cristo y con un Agustín renovado y revivido.


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