La cuarta jornada del EJA estuvo marcada por la visita a Fátima, santuario mariano donde los jóvenes agustinianos pudieron estar, junto a otros miles de peregrinos que van llegando a Portugal, en el rezo del Rosario y la procesión de las velas desde la Capilla de las Apariciones
Hay muchos planes para hacer un viernes, pero lo que casi seguro ningún joven de nuestro tiempo se puede imaginar es que haya miles de sus coetáneos que, con alegría, en libertad, sin aditivos, optan por estar frente a la Virgen María alzando una luz al cielo junto a sus amigos.
Resonaron la pasada noche, cuarta jornada del EJA, los misterios del Rosario en los miles de labios congregados frente a la Capelinha das Aparições en Fátima.
Sentados en el suelo, de pie o arrodillados; con esa luz tamizada de sagrario que prende la noche y los rostros de los peregrinos que portan plegarias desde todas partes del mundo; inclusive las propias que son, quizá, las más ajenas a veces.
Así estuvimos al lado de María una noche de oraciones con una brisa fresca.
Un camino centenario hasta la expulsión de los agustinos de Portugal
El hecho de que jóvenes venidos de las obras apostólicas de todo el mundo -en el caso de los chicos del Encuentro Juvenil Agustiniano- se hayan podido encontrar viviendo esta experiencia de comunión eclesial se debe, en buena parte, a los frailes agustinos que atienden esta parte tan activa y viva de la Orden dentro de la Provincia de San Juan de Sahagún.
El P. Miguel Ángel San Gregorio lleva más de 26 años en Portugal, siguiendo una herencia que se remonta, de forma intermitente, contra toda clase de avatares, desde el siglo XIII hasta nuestra fecha. “El convento de la Gracia de Lisboa fue la casa Madre de los Agustinos en Portugal”, nos señala el P. Miguel Ángel. “Cabe decir que nuestra historia aquí fue gloriosa, llegando a tener más de 300 frailes, más de 20 conventos en tierras lusas y algunas figuras destacadas como Aleixo de Meneses, Tomé de Jesus o el beato Gonzalo de Lagos”.
Con una destacada influencia en la evangelización de África y Oriente, los agustinos lusitanos, en plena época de desamortizaciones y atentados contra la institución católica, fueron expulsados de Portugal en 1834 por orden del marqués de Pombal.
“Habría que esperar -cuenta el P. San Gregorio- hasta el capítulo General de 1971 -nada más y nada menos que 137 años-, en el que el Prior General Theodore Tack, su consejo y el resto de agustinos decidieron restaurar la presencia de la Orden en Portugal”.
Desde 1971 hasta el EJA 2023
Sería en la ciudad de Guarda, al norte de Portugal, donde tres años más tarde se abriría la primera comunidad en esta nueva etapa; seguida de la de Arruda dos Vinhos e Sobral, a 30 Km de Lisboa.
Ya en 1986, la comunidad de Santa Iria de Azóia, la que nos acoge, hospeda y organiza el EJA 2023, empezaría su caminar. La última fundación, según nos cuenta el P. Miguel Ángel, data de 2004 y se trata de la comunidad de S. Domingos de Rana.
Desde su restauración y restitución para atender las necesidades de la Iglesia -en la actualidad la gestión de dos parroquias-, en Portugal, a pesar de contar con dos comunidades y no más de siete religiosos, los agustinos han sido capaces de enfrentar los retos planteados y generar una vida pastoral rica, proactiva y, como ha quedado patente en este EJA, entregada al presente de la Iglesia, que no es otro que promocionar y hacer ver a los jóvenes el goce del Evangelio, ser conscientes del peso de la historia de la Orden que los ha formado y hecho posibles.
“Seguir haciendo todas las cosas nuevas”, a imitación del que nos convoca, parece el itinerario que muchos de estos chicos y chicas quieren trazar para sus vidas.
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