Familia Agustiniana
La Orden de San Agustín está formada por:
a) Los Hermanos, profesos y novicios, miembros de las diversas circunscripciones de la Orden;
b) Las monjas agustinas de vida contemplativa, pertenecientes a monasterios de la Orden;
c) Los fieles laicos adscritos a Fraternidades seculares agustinianas, legítimamente erigidas por un decreto del Prior General.
Estas tres ramas, según las normas de las Constituciones y Estatutos por los que cada una se rige, están sometidas al Prior General, a quien compete establecer la fundación o la supresión de comunidades y fraternidades, y además cuidar de la redacción y aprobación de Constituciones y Estatutos.
La Familia Agustiniana comprende también, además de estas tres ramas, otros grupos:
a) Institutos religiosos, masculinos y femeninos, legítimamente agregados a la Orden por decreto del Prior General (Constituciones n. 48),
b) Otros grupos de fieles agustinianos (Constituciones n. 49),
c) Los fieles laicos afiliados a la Orden (Constituciones n. 50).
La unión de estos grupos con la Orden es unión espiritual y de provecho mutuo. Todos ellos, unidos por un estrecho lazo espiritual, constituyendo un solo cuerpo bajo san Agustín como Padre, siguen prácticamente los mismos ritos litúrgicos y participan casi siempre de las mismas gracias espirituales; pero, sobre todo, teniendo una sola alma y un solo corazón hacia Dios, se entregan al mismo cometido y tarea, “para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef 4,12).
Muchas familias religiosas a lo largo de los tiempos eligieron con agrado la Regla del santo Padre Agustín, de las que algunas toman su nombre e imitan su género de vida; pero otras determinaron únicamente regular su vida bajo el espíritu de su Regla. Nuestra Orden se consideró y se siente unida profundamente con todos esos Institutos por un cierto vínculo de fraternidad, que desea seguir reforzando. La Orden, además, desea fomentar una especial colaboración con otras familias religiosas que se inspiran en la espiritualidad de san Agustín. Asimismo, para ser coherente con su tradición, trata de reforzar cuidadosamente su antiquísima vinculación con las Órdenes Mendicantes o de fraternidad apostólica.
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